Septiembre huele a ilusión. Simboliza el fin de las vacaciones, la vuelta al cole. Hacerse con los libros, comprar material. Guardar la ropa de verano y sacar el abrigo. Inicios, comienzos, nuevas temporadas.

Cualquiera que me conozca un poco y haya compartido conmigo estos últimos meses de vida, sabe que para mí hoy es un día de celebración.

Hoy es un cierre de etapa. Hoy sale del horno algo en lo que llevo trabajando varios meses. Eso que viene ocupando mi tiempo, mi cabeza y monopolizando mis conversaciones.

“Porque el curso…”, “a ver si saco ya el curso…”, “cuando saque el curso…”

Y el curso no salía 😂

¡Ay, las expectativas…! Siempre jugándonosla y haciéndonos creer que “meh, eso en un pis-pas* lo tienes, guapi”.

Lo cierto es que no. Que me ha costado sueño, sudor y lágrimas. Y el precio a pagar no siempre es en términos de “aprendizaje” o “creación” sino de dudas, incertidumbre, miedos, sentir que no eres “quién para”, el síndrome del impostor haciendo de las suyas, ideas nuevas, cambios constantes de rumbo, hacer, deshacer… Sí, diría que eso es lo que realmente retrasa la idea.

Pero hoy puedo decir que sí, que ese algo que nació como una idea en la cabeza, ya está ahí calentando en el banquillo para salir y debutar.

Para muchos será un simple producto más en el mercado pero permitidme que presuma de él porque benditos dolores de cabeza me ha dado. Orgullo de madre 😂

El proceso de gestación ha sido toda una montaña rusa de emociones. ¿Que el crecimiento es lineal? ¡JÁ! El progreso es fuckingmente* discontinuo. Hay subidas y bajadas.

Hay días en que lo ves todo gris y otros, de repente, sale el sol. Días en los que te cuestionas el cambio y otros en los que te recuerdas PARA QUÉ. Empiezas una idea, la cambias, te marcas plazos poco realistas, reajustas… En fin, altibajos.

Es lo que llaman la curva del aprendizaje. ¿Compensa? Rotundamente sí. La lección de todo esto es que, cuando hay compromiso y disciplina, el progreso es inevitable.

Pero bueno, que me salgo del tema de lo que venía a contarte…

Si me has estado siguiendo por redes, viendo el tipo de post, memes e información que comparto, me habrás visto especialmente enfocada en el tema laboral, el reinventarse, el vivir una vida con propósito o ikigai.

Porque yo he sido de esas personas que en su día llegó a normalizar el ir a trabajar sin ganas, simplemente porque “es lo que hay que hacer”. “La vida es dura”, me decía. Y, de todos modos, “a nadie le gusta trabajar”. Creencias limitantes por un tubo. Las tuve, me las creí y eso me mantuvo en mi zona de confort durante mucho tiempo.

Me ha costado tiempo, dinero, lecturas, esfuerzo y valor el aceptar que estaba equivocada. Esto no ha ocurrido de la noche a la mañana, ha sido un camino de autoconocimiento. Y precisamente esto es lo que me ha llevado hoy aquí a crear este curso. Porque creo que mi caso no es aislado, que es el de muchos.

Creo ardientemente que todos y cada uno de nosotros tenemos un ikigai o propósito, algo que nos motiva muy por encima de otras cosas y para lo que, además, tenemos una cierta habilidad.

Lo que ocurre es que a veces nos es difícil verlo, nos “conformamos” por miedo o temor al fracaso o a lo desconocido pagando el alto precio que supone pasar por esta vida sin dedicarte personal y profesionalmente a eso que te mueve y con lo que puedes aportar también un valor añadido al resto. 

En el curso, he sintetizado algunos conceptos, aprendizajes y ejercicios que a mí me han sido de utilidad para dar el paso y reinventarme.

Se trata de un curso teórico-práctico, que espero que sirva de “desatascador”, para cuestionarte algunas de las creencias que han venido guiando tu vida y han hecho que a día de hoy pienses que esto de encontrar el propósito es algo utópico o tarea de unos pocos. Y para ponerte en marcha, con las ganas e ilusión de quien busca septiembres y nuevos comienzos.

Supongo que la búsqueda del ikigai, al igual que la curva del aprendizaje, tampoco es algo lineal sino discontinuo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No te digo que será fácil, te digo que valdrá la pena. Pero es que, ¿realmente algo de lo que hayas conseguido en tu vida y que tenga valor ha sido eso, fácil? Me atrevería a responder que no. ¿Por qué esto iba a ser diferente?

Septiembres. Ikigais. Propósitos. Misión. Reinventarse. De eso va mi post de hoy y este curso del que tendrás noticias en unos días…

¿Qué nos ha hecho normalizar el ir a la oficina un lunes esperando que llegue el ansiado viernes?

¿Qué nos ha hecho pensar que no podemos disfrutar mientras estamos trabajando?

¿Acaso no has visto personas a las que les brillan los ojos y quienes, incluso estando en posición de retirarse, no lo hacen por la simple gratificación que obtienen en su trabajo o negocio?

¿Qué nos hace pensar que eso está alcance de unos pocos y que nosotros no hemos comprado el boleto ganador?

Tu vida tiene sentido, tu vida tiene propósito. Hemos venido a crear impacto. Hay un montón de ideas ahí fuera, hay un montón de objetivos ahí fuera buscando dueños. ¿Somos capaces de verlo?