Cada ser humano con el que me he encontrado en la vida ha sido un aprendizaje para mí y ha puesto, sabiéndolo o sin saberlo, su granito de arena en mi propia historia.
Mi vida, por supuesto, no es un hecho aislado. Referencias de esto hay en la historia, los cuentos y la sabiduría popular. La cenicienta recuperó la esperanza gracias a su Hada Madrina; sin Hermione, Harry Potter hubiese muerto en el primer libro y Simba sobrevivió a la selva gracias a Timón y Pumba.
Los éxitos son siempre colectivos, ningún hombre solo ha logrado nada grande en la vida. Talento y sacrificio no es gasolina suficiente para avanzar. Se necesita algo más: relaciones. Tu éxito depende de las personas que tienes alrededor. Conocer gente inspiradora y aprender de ellos. Aplicable a la vida y a los negocios.
Gente de la que precisarás ayuda en algún momento, ya sea a nivel económico, emocional, técnico, logístico o de otro tipo. Y es que, si lo piensas, necesitamos de los demás para todo. Tanto si quieres que te contraten como si deseas que te voten o colaboren contigo, que quieran embarcarse en un viaje a tu lado, que te escuchen o te dediquen su tiempo… Incluso tu propia existencia no hubiese sido posible sin la intervención de otras personas.
Todo en la vida son relaciones. Necesitas confiar en otros y generar confianza para que ellos se fíen de ti. Dar para recibir.
Pero para recibir, hay que comenzar dando. Y aquí es donde la mayoría de nosotros fallamos. El orden de los factores sí altera el producto. Sí aquí. Porque sencillamente no puedes ir al árbol y pedirle que crezca con la promesa de regarlo más tarde. Contradice a las leyes de la naturaleza. Primero das; luego recibes.
Y sí, recibes. Porque el universo busca reestablecer constantemente el equilibrio. Antes o después el karma ajusta las cuentas. Cada acción positiva que hagas, generará algo a cambio y a tu favor. Ahora bien, quizá no en los términos y el tiempo que tú esperas. Tú decides “qué” haces. La vida, “cuándo” y “cómo” te lo da de vuelta.
Y aunque resulte paradójico, igual de importante es aprender a dar como aprender a recibir. Estamos tan acostumbrados al sacrificio que no concebimos recibir nada a cambio sin que hayamos tenido que pelear por ello. Así que, cuando la oportunidad se presenta, muchas veces ni la vemos.
La vida nos obsequia con oportunidades, dinero, regalos, libros, ideas y personas dispuestas a posibilitarnos que avancemos cada día. Sin embargo, a veces lo negamos por no creernos merecedores de ello o porque eso nos hace sentirnos en deuda con el otro.
Lo cojas o no, esa oportunidad está flotando. Y si no te apropias de ella, irá a parar a otra persona que sí esté dispuesta a recibirla.
Las flores son inspiradoras en este sentido porque están ahí al alcance de cualquiera que quiera disfrutar de su olor y de su presencia. No llevan las cuentas de quién las regó o ayudó a que crecieran. Están ahí, para el que quiera.
Lo mismo ocurre con las personas. Hay gente que aparece en tu vida en forma de oportunidad para ayudarte a crecer, se suben a tu autobús y te hacen el viaje más liviano o más ameno. También habrá villanos, gente con intención de desafiarte y ponértelo difícil. Hay personas que son inversiones y otras, facturas. ¿Sabes ver la diferencia?
Yo, aquí, hoy quería dejar mi pequeño agradecimiento a todas esas personas “vitamina” o “inversión” que están o aparecen en tu vida en un momento dado.
Y esa otra clase de personas. Llamémosles guías. Personas con conocimiento y experiencia en aquello que tú desconoces. Te ahorran tiempo, energía y esfuerzo. Te dan perspectiva y foco. Maestros. Factor acelerador para avanzar y crecer. Y en especial, y porque me apetece, a una persona que apareció recientemente así de la más pura casualidad y se ofreció de una forma súper bonita a ayudarme con mi web (aún le quedan algunos matices pero podéis ir a echarle un vistazo, para ver qué os parece. ¡A mí me encanta! Gracias querida Belén 😊).
Como Harry, Simba o la Cenicienta… Mi propio cuento también está escrito con la ayuda y aparición de ciertos personajes en escena. A todos ellos, ¡gracias!