Hacía tiempo que no pasaba por aquí a escribir. Pero hoy me apetecía.

Voy a empezar esta entrada con una frase que leí un día y que, desde entonces, no ha dejado de perseguirme. La tengo como leimotiv y dice así:

“La vida te habla primero en susurros, luego en palabras y por último en gritos”.

Eso es. La vida intenta decirte cosas. Te lo susurra, te manda señales para que veas que “ahí NO es. NO es ese sitio. NO es esa profesión.  NO es esa pareja”.

Pero tú desoyes esos susurros. Y sigues ahí, atrapado. No sabría explicarte muy bien por qué. A veces es miedo, a veces es que no creemos en nuestras posibilidades, a veces es “soñar a la baja”,  a veces es comodidad y poca tolerancia a la incertidumbre.

A veces es que simplemente coges lo primero que te ofrecen o se te presenta, sin preguntarte realmente si es lo que quieres. Y una vez estás ahí metido, es más difícil salir, claro. Pero sabes en el fondo de ti que eso no es. Que ahí no está tu propósito.

Y entonces la vida te habla un poco más fuerte para que te des cuenta. Esta vez, en palabras. Y movido por esa corriente quizás te empiezas a plantear cosas. Quizá porque has visto a alguien de tu entorno que ya lo ha hecho. Quizá porque has escuchado algo en las redes que te ha hecho pensar. Y te ves con la motivación de cambiar algo. Pero rápidamente salen a relucir de nuevo tus inseguridades, tus “formas de autosabotaje”. Y decides que no, que te quedas como estás. Otra vez más.

Y entonces pasa un tiempo. Que pueden ser meses, años, décadas… Y la vida te manda una señal aún más fuerte, te pega un grito para ver si reaccionas de una vez, te zarandea, te sopla en la cara, te manda un destello de luz a ver si te ciega. Y esta es la razón por la que mucha gente con 40 ó 50 años se pone a estudiar de nuevo, o un tipo de 60 se compra una Harley Davidson porque es lo que siempre había soñado y alguien con 70 se cuelga una mochila a la espalda y da el paso que siempre quiso: salir a recorrer el mundo.

Lo que quiero decir es que no prestamos atención a los detalles. A las intuiciones. A las señales. Que están ahí y están queriendo decirnos algo. Pero es demasiada carga ocuparse de eso ahora. Porque eso significaría aceptar que te has equivocado. Que no estás en el camino correcto y, ¡qué pereza ponerse a transitar ahora uno nuevo, ¿no?!

Querido amig@ tú has venido a esta fucking life a hacer algo grande. Y cuando hablo de algo “grande” me refiero a algo que tenga sentido para ti.

Desgraciadamente conozco más casos de gente viviendo una vida sin ningún tipo de sentido para ellos. Te podría poner muchos ejemplos. Conozco infinidad. Con nombres y apellidos.

Conozco a Pepa, una mujer que se arrastra de la cama cada día para ir a la oficina. Pepa soñaba con ser escritora y un día empezó un boceto de lo que sería su novela policiaca. Nunca la acabó. Aún la guarda en el cajón de su mesilla.

Conozco a Maribel, una mujer casada que engaña a su marido con otro señor. Le da miedo separarse por la hipoteca y los niños y el precio que paga es jugársela cada día, inventando mentiras para sostener la anterior.

Conozco también a Luis. Luis es un tipo carismático. Cuenta chistes, hace reír. Se ve  claramente que tiene una habilidad, una especie de don. Siempre ha fantaseado con la idea de presentarse a algún cásting o llamar a algún bar y pedir que le dejen presentar su show. Pero siempre se queda en eso, en una fantasía. Nunca pasa de ahí. Luis fantasea con esta idea cada mañana, mientras concede préstamos en un banco.

Y conozco también a Míriam. Míriam siempre ha tenido un deseo de comunicar, de contar, de ayudar. Además es algo que sabe que se le da bien, tiene una cierta habilidad. Siempre ha pensado en crear un blog y contar lo que le pasaba, dar rienda suelta a sus pensamientos, a sus historias…

Cuando empezó a vivir en París, pensó que todo eso que estaba viviendo, igual tenía que compartirlo. Pero luego se echaba para atrás y nunca daba el paso a “exponerse”. Tuvo la misma sensación cuando estuvo en Canadá pero tampoco hizo nada al respecto. Entonces un día la vida le habló a gritos, y pese a estar sorda, esta vez sí lo oyó. Sí lo vio claro.

Míriam decidió aparcar su carrera profesional en el sector hotelero, donde tenía experiencia pero que no le llenaba ni motivaba lo más absoluto. Decidió reinventarse y dar un giro a su vida. Míriam decidió cambiar de sector con 30 años. Míriam se puso a estudiar y a trabajar como una loca haciendo algo que para ella, ahora sí, tenía sentido.

Y además, decidió abrir un blog y empezar a hablar, a contar, a expresarse.

Me da mucha pena no haber escuchado esos susurros y esas palabras antes. Durante los 5 años que estuve fuera viví cosas increíbles que me hubiera encantado compartir con vosotros. Ya no sólo por vosotros sino también por mí. Sería como mi particular legado. Esos recuerdos, esas anécdotas, esas aventuras están en mi cabeza pero han perdido luz, han perdido intensidad y no sería capaz de retransmitirlas tan fielmente como si lo hubiera hecho en su día.

Pero por miedo, inseguridad o idea de que eso no iba a interesar a nadie, decidí no tirarme a la piscina. Hoy, 6 años más tarde, estoy en la piscina. Porque, al final, si escuchas, todo te lleva a dónde quieres estar.

Lo que quiero decirte es que yo NO soy un buen ejemplo. Yo me pasé mucho tiempo desoyendo a mi vocecita interior, viviendo una vida sin sentido, arrastrándome día sí día también a un trabajo que no me llenaba. Yo fui Pepa y fui Luis.

Y si estoy escribiendo esto es precisamente para decirte que tú, querid@ amig@ te mereces una vida grande. Y que la única manera de tener esa vida grande es descubrir tu propósito y ponerte a caminar en dirección hacia él. No importa los años que tengas, no importa cómo haya sido tu vida hasta ahora, me da igual los recursos que tengas.

Vive la vida que quieres vivir, sin conformismos. Porque sino un día te vas  a encontrar con la vida. Vais a iniciar una conversación. Y cuando te quejes de no haber sido o hecho eso que realmente querías, ¿sabes lo que la vida te responderá? Es algo que nos han dicho nuestras madres muchas veces. Va, seguro que puedes adivinarlo. Son 3 palabras.

“TE LO DIJE”.

No dejes que eso pase.

Y por último, el dichoso vídeo que me ha inspirado a escribir este post:

¡Muchas gracias por leerme y hasta la próxima!