Antes de empezar, ¿qué es el realfooding?

“El Realfooding es un estilo de vida basado en comer comida real y evitar los ultraprocesados. Es un movimiento que defiende el derecho a una alimentación saludable para la población. Es una revolución que lucha con conocimiento y conciencia contra el lado oscuro de la industria alimentaria” (Carlos Ríos)

Para poneros en situación diré que a mí esto de la nutrición no me ha interesado hasta hace muy poco. Eso sí, he tenido sobrepeso siempre y he estado a dieta prácticamente toda mi vida. He tenido rachas de ser muy estricta y otras de saltármelo todo. El denominador común es que en todas esas temporadas era muy infeliz porque tenía una relación tóxica con la comida.

Siempre he estado acomplejada por mi peso pero nunca había sido capaz de coger un buen hábito y mantenerlo a largo plazo. ¿Por qué? Pues porque asociaba adelgazar con comer insípido y aburrido, porque las dietas me generaban ansiedad y frustración, porque estaba enganchada al azúcar en todas sus formas y porque a veces no seguía ningún plan y comía lo primero que pillaba cuando el hambre aparecía.

El caso es que hace  un año mi mentalidad cambió y eso fue clave para que mis hábitos también lo hicieran. Yo lo llamo el GRAN CAMBIO porque, por primera vez, esto se produjo a nivel mental. Es decir, el objetivo iba más allá de cambiar mi aspecto físico. No me obsesionaba el hecho de perder “x kilos” en “x tiempo” porque era consciente de que había descubierto la fórmula y que los cambios vendrían progresivamente.

Por primera vez sentí curiosidad por esto de la nutrición y empecé a informarme y leer más acerca del tema. No seguía una dieta marcada y estricta, me olvidé de contar calorías y pesar alimentos.  Se convirtió en una especie de juego y reto para mí. De repente me ilusionaba ir a hacer la compra, leer etiquetas y meter en el carro lo que era bueno para mi salud, sin renunciar al placer de comer.

Mi conversión se ha dado también por una cuestión “ideológica”. Es decir, leyendo me he dado cuenta de todos los intereses de las grandes compañías que nos están enfermando con unos productos que, lejos de aportarnos algo nutricionalmente, son los responsables de muchas de las enfermedades del siglo XXI: cáncer, obesidad, diabetes y trastornos cardiovasculares, entre otros. Todo eso me hizo plantarme y decir: “hasta aquí”. Es mi momento, me toca decidir y, a partir de ahora, lo que entra en mi cuerpo tiene que pasar por mi filtro.

Lo más difícil en todo este proceso ha sido luchar contra el dulce, algo que me encantaba y comía prácticamente a diario. Me daba atracones, después sentía hinchazón y, al rato, remordimientos y culpabilidad. Era mi fuente de placer y, a la vez, mi destrucción. Un círculo vicioso, vaya.

No me culpo ni creo que fuera débil o me faltara fuerza de voluntad. Creo que vivimos en un ambiente obesogénico, estamos rodeados 24/7 de productos alimenticios insanos y diseñados para crear hábito. Las malas elecciones están por todas partes y creo que con tal panorama es muy difícil hacer buenas elecciones. 

La mayoría acaba cogiendo lo que se le pone delante y si encima eso es una fuente de placer, requiere mucho esfuerzo estar diciendo todo el tiempo “no”. Es como decir a un fumador que dé dos caladas y se olvide del tabaco hasta la próxima semana.

Quizá alguien se sienta identificado con esto y quiero decirte que, como yo, no eres débil. Quizá ahora mismo no tengas los medios, las herramientas o el estado emocional necesario para enfrentarte a todo esto. Quizá necesites a alguien que te oriente o guíe en el proceso, quizá tengas que cortar por lo sano con todos estos productos o quizá prefieras hacerlo de forma gradual. El caso es que seas consciente del problema para poner soluciones.

Para mí fue clave comprender que hay ciertos productos que son adictivos, que generan dependencia, que cambian tu conducta y te inflaman. Y sino, ¿cómo se explica que no seas capaz de comer sólo un cuadradito de chocolate y acabes comiéndote la tableta entera? “Cuando haces pop ya no hay stop”, ¿te suena, verdad? 

Siento que he estado “abusando” de mi cuerpo toda la vida y eso me da pena. Lo peor de todo es que no lo hacía “conscientemente”. Hay mucha desinformación por ahí y compraba productos pensando que eran buenos y que, con el tiempo, he descubierto que no lo eran tanto.

Cada uno es libre de hacer y deshacer a su antojo pero creedme cuando os digo que es la mejor decisión que he podido tomar y que nunca me he sentido tan bien como ahora. He empezado a recorrer este camino hace relativamente poco así que aún tengo mucho que mejorar pero lo importante es que llevo una alimentación sana y variada, estoy aprendiendo a hacer postres saludables y, en ocasiones especiales, me doy mis caprichos sin que eso frene mi proceso ni me haga sentir culpable.

Cambiar de hábitos tiene muchos beneficios. Tienes más energía, haces mejores digestiones y bajas de peso. Pero bajas de peso de verdad y para siempre, sin efectos rebotes y sin pastillas o fórmulas milagrosas.

Y esto no es algo exclusivo para personas con sobrepeso. Creo que hay mucha gente en su peso ideal que no se alimenta bien, con lo cual esto puede servirle para lograr un mayor bienestar físico/mental y llevar un estilo de vida saludable. Seguiría escribiendo sobre este tema pero creo que ya me he alargado bastante por hoy. Quería contar mi experiencia personal y espero que os haya servido. En próximas entregas os iré contando los pasos que he seguido y entrando más en detalle en esto del realfooding. Os animo a investigar más sobre el tema y ya sabéis: cada día que pasa es una nueva oportunidad para mejorar y cambiar tu vida. The time is now, the place is here 🙂